No podemos negar que la ausencia del otro priva al espacio terapéutico de muchos de los matices que lo presencial pone en juego. No es lo mismo la palabra viva, el gesto a flor de piel, y en definitiva, el baile que sucede en el directo, que estar mediados por una pantalla que atenúa las pequeñas cosas.
Sin embargo, hay situaciones que hacen difícil o imposible que el encuentro se de en los términos ideales, y en ese caso, tenemos que adaptarnos.
Hay personas que viven en lugares lejanos, donde no tienen posibilidad, por el idioma u otras circunstancias, de acceder a un dispositivo terapéutico que le permita elaborar sus conflictivas.
En la actualidad, tenemos una situación crítica que nos lleva a estar confinados. En ésta situación, se dificulta el acceso a los dispositivos terapéuticos, pero siguen presentes las conflictivas internas que nos acosan, sumadas a las angustias que la misma situación crítica añade. Es por eso, que en éste momento, lejos de ser un espacio ideal, crea una posibilidad de trabajar allí donde no habría nada.
El aislamiento que se impone no tiene por qué resultar un impedimento para la continuidad de un análisis. Toda crisis implica la posibilidad de una reinvención, la exploración de nuevos conceptos y principios. Siempre en el caso por caso.
Lo importante es que las resistencias, no sean, como suele ocurrir, de los propios psicoanalistas.
Es por ello que ofrezco la posibilidad, cuando no es posible otra forma, de poder llevar a cabo un trabajo a través de los medios on-line que hoy nos brinda la técnica.
Nota: Las sesiones pueden ser por Skype, hangoutts, whattsap u otra plataforma que permita videoconferencia.
