Secretos y mentiras
Por Carlos García.
De la mano de Paqui Alcaraz, ayer nos asomamos a una estupenda película que, como su propio nombre indica, nos cuenta cosas sobre cómo los secretos y mentiras son mantenidos en las familias y sobre los efectos devastadores que ello produce en las relaciones.
La película muestra cómo los miembros de una familia viven aislados, insatisfechos cada uno a su manera, separados por no se sabe qué historias pasadas. Secretos familiares, mentiras sostenidas en el tiempo, cada cual las suyas. Silencios que sólo es posible mantener mediante el aislamiento, evitando la oportunidad de que puedan ser desvelados. En ese proteger lo innombrable, una parte de nosotros queda hipotecada.
Tendrá que venir alguien inesperado, alguien que no teme a la verdad porque no tiene nada que perder, para empezar a dar la vuelta a un sistema congelado en el que cada cual, para sostener sus propias mentiras y explicarse los agujeros del otro, ha terminado protegiéndose construyendo una interpretación muy particular de las cosas. Una versión acomodaticia que en realidad soslaya la posibilidad del encuentro.
Nos muestra diferentes realidades, personajes agarrados al pasado, cada cual sosteniendo sus propio silencio, y cómo la verdad se abre camino, como la luz por debajo de la puerta, descongelando viejos rencores y poniendo en jaque los entramados imaginarios que cada cual se montó para sostener lo insostenible.
Sólo cuando la mentira sale a la luz es que hay posibilidad de otra cosa. Sólo cuando podemos mostrar el lado de la cicatriz, es que podemos cuidarla. Sólo cuando dejamos de empeñarnos en ocultar lo que no puede ser dicho, es que hay algo que puede empezar a ser de otra manera. Eso sí, “siempre pierdes algo y siempre ganas algo”.
No se trata de hacer apología, de sobrevalorar la veracidad por encima de todo, pues no siempre es oportuna. Hay pequeños secretos que es saludable mantener en nuestra pequeña intimidad. Hablamos de grandes secretos que atormentan la vida de las personas, y de las mentiras necesarias para mantenerlos, aquellas que atraviesan la historia de las familias dejando agujeros en torno a los que nada se dice. Tumbas silenciosas que separan a los hermanos, que alimentan rencores entre padres e hijos. Aquello, que por no hablado, ha sido alimentado imaginariamente hasta que cada cual, en su propio castillo queda aislado y sin posibilidad de reconocer el camino de un reencuentro.
Es curioso cómo sostenemos ciertos silencios con la excusa de protegernos y proteger al otro ocultando lo que pensamos que le hará daño, y en realidad, la verdad duele, pero no hiere. Es precisamente la verdad lo que protege.
¿Cuándo es el buen momento para decir la verdad? (dice uno de los personajes principales) Podríamos decir que nunca es buen momento y siempre es buen momento. Encararse con la propia verdad da miedo y tiene consecuencias, pues implica dejar de sostenerse en ciertas ilusiones y asumir ciertas pérdidas. Sin embargo, permite reconstruir las cosas de otra manera para poder seguir adelante.
Os recomiendo encarecidamente que aquellos que no tuvísteis la suerte de compartir película, debate, merienda y risas, os asoméis a ésta pequeña obra maestra. Eso sí, sólo si estáis dispuestos a reflexionar más tarde sobre los propios secretos y mentiras.
Por Carlos García.