
20 lecciones introductorias y una brújula translacaniana. Javier Arenas Planelles.
Reseña realizada por Carlos García Requena.
Cuentan que los ojos de un niño fueron capaces de señalar la desnudez que otros se empeñaban en negar por miedo a las reacciones del emperador.
En estas pocas palabras podría resumir esta propuesta valiente donde el autor se juega la vida en cada palabra.
No es fácil abordar lo complejo sin caer en el simplismo, pero aún menos fácil es hacer del “ladrillo” algo apasionante, por momentos divertido y chisposo, sin perder ni un ápice de rigor. Desde la sencillez de palabra y sin caer en lo facilón, Javier consigue todo eso en un libro con swing. Tiene el don de transmitir, de “instruir deleitando”, porque quien le conoce sabe de esa pasión que lo mueve. No se puede escribir este texto si no hay pasión por lo que uno hace. Como buen alquimista del lenguaje, se sabe mover en las palabras, a las que provoca para que bailen juntas y digan de la mejor manera posible lo que de por sí es difícil de decir.

Por Carlos García.
Freud nos advirtió de que el sufrimiento subjetivo y la insatisfacción surgen por efecto de la distancia que existe entre el ideal al que aspiramos y la realidad que nos anuncia lo que no es posible. Sin embargo, no es cosa fácil aceptar el agujero de la falta, de manera que colocamos velos que nos defienden ilusoriamente al precio de quedar ciegos. Edipo mismo sacó sus ojos cuando quedó frente a la verdad del incesto.

Por Carlos García
Las secuelas del confinamiento se dejan ver en las parejas…
Encierros particulares, donde cada cual ha tenido que verse las caras con el otro en la distancia corta, donde los límites pueden tambalear y los espacios para respirar se transforman en callejones aparentemente sin salida.
El COVID nos ha hecho compartir y no ha sido siempre con un feliz desenlace.
En unos casos, ha permitido que las parejas se encuentren para decir las palabras olvidadas y rescatar los encuentros siempre aplazados, para mirarse de nuevo y, con suerte, redescubrir en el otro un aliado. Pero no siempre el encuentro ha sido para poder ver al otro, pues el acortamiento de las distancias ha sido en ocasiones a costa de diluir ciertos límites que llevan a la violencia, unas veces manifiesta y otras silenciosa. La nueva situación ha puesto a prueba las rigideces y ha hecho saltar los conflictos que ocurren cuando uno no renuncia y quiere funcionar en el encuadre de a dos como si sólo fuera su voluntad la que está en juego. Compartir espacios reducidos obliga a manejarse en las distancias cortas y pone a prueba los mecanismos de renuncia y adaptación.

Por Carlos García y Enrique Cortés
Podemos considerar el vínculo como un juego de a dos (un interjuego), donde cada cual pone en funcionamiento una serie de patrones adquiridos a lo largo de su historia. Roles que en realidad son formas de respuesta aprendidas para sostener la ilusión de una seguridad en el vínculo, pero tienen por contrapartida que en su rigidez, dejan fuera la espontaneidad, es decir, el deseo. El vínculo está al servicio del deseo y la necesidad, un par que no está radicalmente separado. El grado de libertad que poseemos a la hora de elegir (el deseo) está condicionado por la esclavitud que nos impone el miedo a no cubrir nuestras carencias afectivas básicas. Estamos sujetos a secretos patrones de relación que en su fondo están motivados por carencias afectivas, de tal manera que, a menudo, tenemos que optar entre el cumplimiento de un rol que nos da seguridad y el sacrificio de la libertad.

Una oportunidad…
La realidad actual nos trae un trazo de la vida que se revela insoportable en su crudeza y nos coloca de bruces ante lo incierto.
Es de esa falta fundamental, de esa incertidumbre que está en el corazón de las cosas, de la que huímos constantemente creando ficciones para creernos a salvo. Es esa realidad, que ahora se muestra desnuda y en su azote nos deja sin argumentos abocándonos al obligado encuentro con aquello a lo que dábamos la espalda, la que también nos brinda una oportunidad.
Ahora que el acoso del fantasma nos obliga a una retirada, ahora que esperamos en la trinchera a que aparezcan nuevos argumentos y el tiempo se ha relativizado de repente suspendiendo lo que ayer era importante, es que tenemos la posibilidad de preguntarnos “por fuera del guión”.

Por Carlos García.
A las consultas llegan sujetos extraviados en el amor, padeciendo por amar demasiado, por no saber lo que es amar, por encontrarse repetidamente con el fracaso o no ser correspondidos. Llegan parejas deterioradas por la pelea, por los empeños en aquello que es imposible, de espaldas el uno al otro por no poder hacerle sitio a lo que en el otro se rebela como diferente.
Una vez acabado el “tiempo de los príncipes”, donde se empañan por un momento las miradas para ver en el otro solo aquello que queremos ver, este se revela en su cara siniestra, esa que tanto nos duele: su alteridad. Entonces, sufrimos porque el otro no es como yo pensaba, porque no me da lo que necesito o porque creo no ser lo suficiente, etc. Es tiempo de agarrones y tironeos, de demandas imposibles y sufrimientos desgarradores. [Leer más…]

O de cómo la escucha cambia el sentido.
Por Carlos García.
Decimos más de lo que decimos, y de ese decir, no somos dueños.
El inconsciente, se cuela constantemente en el lenguaje sorprendiéndonos, como si fuese un otro el que nos dice. Las palabras están cargadas por sentidos que nos son desconocidos, sentidos que a menudo se rebelan y nos sorprenden cuando podemos escuchar de otra manera.
De esto precisamente hablaré hoy, de esa otra escucha que permite abrir el discurso más allá del sentido conocido, y permite el acceso a los contenidos inconscientes que gobiernan en secreto nuestro devenir. Es eso lo que caracteriza la escucha analítica, tan importante en la práctica del psicodrama freudiano. [Leer más…]

Por Carlos García
Sufrimos allí donde no queremos perder, donde nos resistimos a la hora asumir que algo ya no puede ser, que aquello a lo que aspirábamos ya no tiene sentido, que alguien a quien queríamos ya no está. Es ahí, dónde el proceso duelo que debería seguir a la pérdida no puede hacerse, de tal manera que quedamos detenidos.
Freud planteaba que pasamos la vida resistiéndonos defensivamente a las pérdidas de objeto, porque hay algo de éstos, tan íntimamente nuestro, que es como si un pedazo de nosotros fuera arrancado. [Leer más…]

Por Carlos Garcia
Si escribo es porque quiero que mi voz haga justicia a la palabra, que transite el vértigo de la vergüenza y haga espacio a los males de la vida, del amor y el desamor. Si escribo es porque creo en la palabra, que se abre camino como un farol en la bruma y nos permite el encuentro con el camino perdido.
Cuando el llanto se despliega sin saber por qué lo hace, cuando el cuerpo se duele enmudecido y lo siniestro del síntoma se presenta sin aviso… solo nos queda la palabra.
Porque aunque en su libertad divulgue los secretos sin aviso e invente la oración de los ateos, embadurne de rojo la memoria dando cuenta de las ausencias no queridas, ladre como un perro rabioso o gima como un niño abandonado… del corazón dolorido sabe abrir los postigos[1]. [Leer más…]

El reverso del deseo.
El título de ésta reflexión viene de la mano de un recuerdo de juventud en el que yo, en un alarde de “cultureo”, recuerdo asistir al Arniches para ver una obra de Miguel Morey que lleva el nombre de “Deseo de ser piel roja”. Tengo que reconocerlo, la obra me daba igual, la cosa era decir que había ido al teatro. Me da mucha vergüenza admitirlo, pero teniendo en cuenta lo que quiero señalar más tarde, es de vital importancia apuntar que lo importante no era el objeto, sino la impostura a la que servía.
La función recoge el nombre y el sentido de un poema de Kafka que nos presenta una imagen fascinante de la libertad sin riendas, un piel roja cabalgando con toda su majestuosidad por las praderas de extensión ilimitada. El escritor, con cierta nostalgia, fantasea con aquello que no puede ser para él: “ser piel roja”. Es ahí donde Miguel Morey recoge el testigo kafkiano de esa imagen fascinante y enigmática para interrogarlo y poner en evidencia las particulares significaciones a las que estamos adscritos. Deseo de ser piel roja, futbolista, médico o papá, tanto monta… lo importante es ese lugar donde depositamos la esperanza de que “siendo o teniendo eso”, entonces seremos felices. [Leer más…]